Como librarse de un pensamiento obsesivo

Un pensamiento obsesivo es aquel que aparece de forma automática en nuestra mente. A menudo esta intrusión se define como una flecha punzante que penetra en nuestra cabeza sin poder remediarlo. Puede aparecer en forma de pensamiento o imagen. Tienen la característica de que causan un sufrimiento importante a quien los padece, entre otros motivos, por la creencia o posibilidad de que pudieran llegar a ser ciertos. En muchas ocasiones, la persona reconoce que son absurdos, que no son reales y no se identifica con ellos. Normalmente representan lo opuesto a lo que es la persona en cuanto a valores y convicciones, pero al no poder deshacerse de ellos sufre de forma intensa. Por lo tanto, cuando alguien tiene pensamientos obsesivos tiene la sensación de que su mente es atacada por ellos hasta que se colapsa.

Este tipo de pensamientos y su origen pueden responder a distintos motivos:

– Un cambio vital (nacimiento de un hijo, enfermedad de un familiar…)

– Un periodo estresante (oposiciones, picos de trabajo…)

– O entre otras cosas, porque nuestra mente está en constante actividad.

En este sentido, y según los expertos, por nuestra cabeza pasan aproximadamente 60.000 pensamientos al día. Algunos de estos pensamientos son diálogos internos, otros ensoñaciones, otros imaginación, proyecciones de futuro, etc. Estos pasan por nuestra mente, día tras día, sin más. Es lo que hace la mente, piensa. Este contenido mental, es diferente en cada uno de nosotros, y responde a nuestras funciones cognitivas (atención, memoria y percepción). Es decir, a lo que vivimos (nuestras experiencias), cómo lo vivimos (nuestra percepción sobre las cosas) y lo que retenemos (nuestra memoria). A partir de aquí, cuando un pensamiento, de entre estos 60.000 diarios que pasan por nuestra mente nos destaca por algún motivo, le prestamos toda nuestra atención. Y ese, puede ser el inicio de todo. Por ejemplo:

Anabel, mamá primeriza con su recién nacido. De repente le vino a la cabeza el siguiente pensamiento: “¿y si le hago daño a mi hijo?”. Esta madre nunca ha sido violenta, y por supuesto quiere proteger, cuidar y mimar a su hijo con todo su ser. (Recordemos: ¡este pensamiento representa todo lo contrario a sus valores!).

Pero…

Para reafirmarse ella da respuesta a ese pensamiento. “Por supuesto que no! Mi hijo es lo que más quiero en el mundo, jamás le haría daño!”

Aun así, el pensamiento no se va, sigue apareciendo día a día. Le ha empezado a dar vueltas, se ha asustado ante la idea de hacer daño a su bebé. Entonces se esfuerza en no pensar en ello. Y cuánto más se esfuerza, más le viene el pensamiento. ¡Qué paradójico!.

Este es sólo un ejemplo. Los pensamientos pueden ser muy variados, pueden ser únicos o pueden haber varios en un mismo periodo de tiempo.

Es el miedo de perder mi propio control y hacer algo que vaya en contra de mí mismo/a o de lo que yo soy y represento.

También pueden aparecer estos pensamientos en el intento de controlar algún miedo o algo que sentimos que no podemos controlar. Vamos a poner un ejemplo:

María es enfermera. Durante la pandemia por COVID-19 vivió muchos momentos de tensión, que la mantenían en alerta constante. Empezó a sufrir dolores de cabeza frecuentes. Al consultar con el médico y hacerse todas las pruebas pertinentes, se concluyó que eran derivados de la tensión cervical provocada por el pico de estrés y ansiedad que le generó la situación.

María intentó hacer ejercicio, ir al fisio y mantener sus cervicales en un estado óptimo. Pero al no cesar el dolor de cabeza completamente empezó a tenerle miedo. Todos los días piensa: “seguro que hoy en un momento u otro aparece el dolor”. Este pensamiento le molesta y le genera mucha ansiedad. Un día después de una guardia nocturna, al ir hacia su casa a descansar, apareció un dolor punzante en la parte izquierda de la cabeza. El dolor volvía a estar allí. Y recuerda algo que le llamó mucho la atención: vio una matricula de un coche con un numero que le resultaba fácil de recordar el 1111.

Actualmente cada vez que María ve el número 1, en una matrícula, en un cartel, o en algún lugar en la calle, se pone nerviosa. Para ella esto es un preludio: va a tener dolor de cabeza. María se ha obsesionado.

Para tratar de controlar “mágicamente” ese preludio, pueden aparecer compulsiones que respondan a este pensamiento obsesivo. Pueden ser rituales (tanto de comportamiento como de pensamiento), que hagan que la persona se quede tranquila en un primer momento. Por ejemplo: María al ver el número 1111 puede decidir que hacer estiramientos cervicales durante 5 minutos, va a hacer que el dolor no aparezca. Los estiramientos serian la compulsión que responde a la obsesión.

Generalmente cuando se sufre de obsesiones y compulsiones, la persona sabe racionalmente que tanto unas como otras carecen de veracidad, pero las sienten como verdaderas, por lo que no pueden dejarlas de lado.

Puede aparecer un sentimiento de sentirse verdaderamente aprisionado. Pues las obsesiones inundan el día a día escondiendo el resto de experiencias y motivaciones que sin duda, hay en cada una de las personas que están padeciendo algún tipo de obsesión.

Es importante destacar, que no es necesario estar padeciendo ningún tipo de psicopatología, cualquier persona puede tener periodos en los que tenga distintas obsesiones, o incluso puede estar viviendo durante toda su vida con algún tipo de obsesión, que no le incapacita para seguir con su rutina pero sí que esta ahí, perjudicándole en mayor o menor medida, como una voz interior que no termina de apagarse.

Para tratar de dejar atrás las obsesiones, se hace necesario estudiar en profundidad cada caso. Pues dependiendo del motivo, del origen, de la duración y de como el afectado se este relacionando con ellas, servirán un tipo de tareas u otras. Desde la terapia breve estratégica, contamos con protocolos muy eficaces para dejar atrás las obsesiones en un tiempo relativamente corto.

Hay una serie de consejos que pueden servir inicialmente para librarse de un pensamiento obsesivo:

  • Trata de mantenerte activo físicamente. El ejercicio físico libera endorfinas, ayuda a relajarnos y aliviar la tensión física y también mental.
  • Escribe sobre tu obsesión. Escribir nos ayuda a relativizar y a tener una perspectiva diferente sobre lo que pensamos, lo podemos empezar a ver desde otro prisma.
  • Trata de encontrar el motivo de la obsesión. ¿Responde a un miedo? ¿a un periodo de estrés? Entender los motivos puede ayudarnos a comprender y aceptar lo que nos esta pasando.

Si te sientes superado, busca un tratamiento profesional para librarse de un pensamiento obsesivo. Te ayudará en tu caso concreto, aliviando tu malestar. Podrás empezar a centrarte en las cosas que realmente te motivan e interesan, aprendiendo a gestionar las obsesiones y la ansiedad que estas generan, y dándote herramientas para afrontar y prevenir nuevas situaciones similares que puedan surgir en el futuro.

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