Psicóloga especialista en estrés

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¿Qué es el Estrés?

La palabra estrés etimológicamente tiene su origen en la palabra inglesa Stress, que significa presión o tensión.

Hablamos de estrés cuando se exige a un ser vivo un nivel de exigencia mayor al que puede tolerar. Esta situación lo pone en riesgo de enfermar y le produce una serie de síntomas que avisan que se está excediendo el nivel de rendimiento. Cuando una persona está estresada puede estarlo a nivel físico o mental.

El estrés puede ser agudo (de corta duración por un motivo muy concreto, como por ejemplo un examen) o crónico.

Signos y síntomas del estrés​

Puede afectar de múltiples formas:

  • Alteraciones en la piel (eccemas, acné, …)
  • Alteraciones a nivel cardiovascular (taquicardias, subidas de tensión, …)
  • Contracturas musculares y dolor de cabeza o migrañas
  • Problemas gastrointestinales (diarreas, cólicos, estreñimiento)
  • Problemas sexuales
  • Alteraciones del sueño
  • Dificultad para concentrarse
  • Cansancio continuo que no se pueda explicar por otra causa
  • etc.

Terapia para el estrés ¿Cómo trabajamos y controlamos el estrés?

En el caso del estrés de corta duración no es necesario intervenir, pues este nos ayuda a avanzar y a superarnos a nosotros mismos. Los momentos en que nos exigimos más de lo habitual para llegar a un objetivo concreto, es verdad que nos pueden producir puntualmente síntomas que quizás no terminamos de desear, como insomnio puntual, cansancio extremo, alguna contractura muscular… pero una vez llegamos al objetivo deseado, el estrés y sus síntomas disminuyen.

Serían los casos en los que nos tenemos que enfrentar a un examen, una cita importante, un viaje, etc. Podríamos llamarlo un estrés deseable, pues nos ayuda a avanzar, y al ser puntual desaparece por sí solo, sin ponernos en riesgo de enfermar.

En el caso de un estrés crónico en consulta estudiamos el caso de forma concreta. ¿Cuál es la causa del estrés? ¿Qué síntomas está produciendo a esta persona en concreto?, ¿Cuánto tiempo hace que ocurre?, ¿Cómo se relaciona el paciente con esa situación?, ¿Qué ha hecho hasta ahora para tratar de cambiarlo?… A partir de aquí, establecemos en nuestro centro de Psicología en Barcelona unos objetivos comunes con los que trabajar el estrés. Con esto ponemos en práctica una serie de estrategias que ayudan a la persona a encontrar y pulir sus propios recursos para poder afrontar la situación.

Cada caso es único, pero hay una serie de pautas que es de utilidad repasar en el caso de padecer estrés:

  • Controlar el consumo de cafeína (también de otros excitantes).
  • Realizar ejercicio físico con regularidad.
  • Hacer una “higiene del sueño” en el caso de no descansar adecuadamente.
  • Cuidar la alimentación.

Existen varios tipos de estrés que un individuo puede experimentar, y cada uno tiene características particulares. Aquí detallamos los tres tipos que mencionaste: el estrés agudo, el estrés crónico y el estrés traumático.

Estrés agudo: Es la forma más común de estrés y se relaciona directamente con las presiones y demandas del pasado reciente o las exigencias futuras. A corto plazo, el estrés agudo puede ser emocionante y estimulante, pero demasiado estrés agudo puede ser agotador. Un ejemplo de estrés agudo puede ser prepararse para una presentación importante en el trabajo o un examen académico.

Estrés crónico: Este tipo de estrés se produce cuando una persona no encuentra una salida a un problema o situación que es desagradable y continua, y se prolonga durante un largo período de tiempo. El estrés crónico puede conducir a problemas de salud a largo plazo, como enfermedades del corazón y trastornos de salud mental. Ejemplos de situaciones que pueden causar estrés crónico incluyen problemas económicos persistentes, problemas de pareja, o un entorno de trabajo tóxico.

Estrés traumático: Este tipo de estrés se produce en respuesta a un evento severamente emocionalmente perturbador como un accidente grave, un desastre natural, abuso físico o emocional, o la experiencia de la guerra. Este estrés puede resultar en un trastorno de estrés postraumático (TEPT), que es una afección seria que requiere atención profesional.

Cada tipo de estrés puede tener un impacto significativo en la salud física y mental de una persona, y por lo tanto, es importante reconocer los signos y buscar ayuda cuando sea necesario.

Las causas y desencadenantes del estrés son variados y suelen ser diferentes para cada individuo. Sin embargo, hay algunas causas comunes que provocan estrés en la mayoría de las personas. A continuación, se enumeran algunas de ellas:

Trabajo y carrera profesional: La presión en el trabajo, la sobrecarga de tareas, las fechas límite, los despidos, las largas horas y el acoso laboral son fuentes significativas de estrés.

Problemas financieros: La inseguridad económica, la deuda, la falta de empleo, o la incapacidad para mantener a la familia puede causar una gran cantidad de estrés.

Cambios vitales: Los cambios grandes en la vida, ya sean positivos o negativos, como casarse, tener un hijo, mudarse, cambiar de trabajo o perder a un ser querido, pueden causar un estrés sostenido en el tiempo si no se gestionan correctamente.

Problemas de salud: Las enfermedades crónicas o graves, las lesiones, o el diagnóstico de una enfermedad pueden desencadenar el estrés. Asimismo, el cuidado de un familiar enfermo también puede ser una fuente de estrés.

Relaciones: Los conflictos con la pareja, la familia, los amigos o los compañeros de trabajo pueden generar estrés. Del mismo modo, la soledad y el aislamiento social también causar estrés.

Eventos traumáticos: Experiencias traumáticas como accidentes, desastres naturales, abusos o ataques pueden llevar al estrés traumático.

Exigencias académicas: Los estudiantes a menudo experimentan estrés debido a las exigencias académicas, los exámenes, las tareas y la presión por obtener buenos resultados.

Presiones sociales y culturales: La presión por adaptarse a las normas culturales o sociales, el acoso, la discriminación o la intimidación pueden ser desencadenantes de estrés.

Es importante recordar que cada persona es diferente y lo que puede ser estresante para una persona puede no serlo para otra. Por lo tanto, es esencial comprender qué situaciones o circunstancias te causan estrés para poder manejarlo de manera efectiva.

El estrés tiene un efecto profundo tanto en el cuerpo como en la mente. A continuación, se describen algunos de los efectos más comunes del estrés:

Efectos del estrés en el cuerpo:

Sistema cardiovascular: El estrés puede causar un aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y estimula la liberación de hormonas como la adrenalina. A largo plazo, esto puede contribuir a la hipertensión y a enfermedades cardíacas.

Sistema inmunológico: El estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico, lo que aumenta la susceptibilidad a las infecciones y las enfermedades.

Sistema digestivo: El estrés puede afectar el sistema digestivo, llevando a problemas como el reflujo gastroesofágico, úlceras estomacales, el síndrome del intestino irritable y la gastritis.

Sistema nervioso: El estrés crónico puede provocar dolores de cabeza, insomnio y trastornos de la alimentación. Además, puede contribuir a enfermedades más graves, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos de salud mental.

Efectos del estrés en la mente:

Salud mental: El estrés a largo plazo está asociado con varios problemas de salud mental, como la depresión, la ansiedad, y los trastornos del estado de ánimo. Puede afectar la concentración, el enfoque, la memoria y la capacidad para pensar con claridad.

Emociones: El estrés puede provocar una variedad de emociones negativas, como la irritabilidad, la ansiedad, la tristeza, la inseguridad y la frustración.

Comportamiento: Bajo estrés, las personas pueden adoptar comportamientos poco saludables como el abuso de alcohol, drogas, o comida como una forma de hacer frente. También puede afectar el rendimiento en el trabajo o la escuela y puede llevar a problemas de relación con la pareja, la familia y los amigos.

Es importante recordar que el estrés a corto plazo puede ser una respuesta saludable a situaciones desafiantes, pero el estrés a largo plazo puede llevar a problemas graves de salud.

Si crees que el estrés te está superando, busca ayuda profesional.

Las fases del estrés se suelen describir en el modelo del estrés de Hans Selye, conocido como la teoría general de adaptación al estrés. Este modelo divide la respuesta al estrés en tres fases distintas: alarma, resistencia y agotamiento.

Fase de Alarma: Esta es la fase inicial de la respuesta al estrés y se activa casi inmediatamente después de un evento estresante. Es aquí donde el cuerpo activa su «respuesta de lucha o huida», liberando hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina para preparar al cuerpo para una acción inmediata. Los síntomas físicos pueden incluir ritmo cardíaco acelerado, respiración acelerada y tensión muscular.

Fase de Resistencia: Si el estrés persiste, el cuerpo entra en la fase de resistencia. Durante esta fase, el cuerpo intenta adaptarse al estrés y volver a la normalidad mientras todavía está en un estado de alerta. La liberación de hormonas del estrés continúa, pero a un ritmo más lento. Sin embargo, los recursos del cuerpo para lidiar con el estrés pueden empezar a disminuir y puede haber un ligero deterioro en el rendimiento y la concentración.

Fase de Agotamiento: Esta fase ocurre si la fase de resistencia se prolonga y el cuerpo ya no puede mantener su respuesta al estrés. Los recursos del cuerpo para combatir el estrés se han agotado y puede haber un debilitamiento del sistema inmunológico, lo que lleva a un mayor riesgo de problemas de salud física y mental. Los síntomas pueden incluir fatiga extrema, depresión, ansiedad, y una sensación de estar abrumado y sin poder hacer frente.

Es importante recordar que la manera en que cada individuo experimenta y maneja el estrés puede variar, y que algunos pueden pasar por estas fases más rápidamente o lentamente que otros. Si el estrés te resulta difícil de gestionar te recomiendo buscar ayuda profesional.

El estrés, especialmente cuando es crónico o intenso, puede tener consecuencias significativas en la salud física y mental de una persona. Aquí te dejo algunas de las posibles consecuencias del estrés:

Consecuencias físicas:

Problemas del corazón: El estrés puede aumentar la presión arterial y el ritmo cardíaco, lo que puede llevar a largo plazo a enfermedades cardíacas, incluyendo infarto de miocardio o accidentes cerebrovasculares.

Sistema inmunológico debilitado: El estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico, lo que puede aumentar la susceptibilidad a infecciones, enfermedades y puede ralentizar la recuperación de estas.

Problemas digestivos: El estrés puede alterar el sistema digestivo, resultando en síntomas como náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento. También puede contribuir a enfermedades a largo plazo como el síndrome de intestino irritable y las úlceras.

Problemas del sueño: El estrés a menudo interfiere con los patrones de sueño, lo que puede llevar a problemas como insomnio, sueño interrumpido, pesadillas o somnolencia excesiva durante el día.

Consecuencias psicológicas:

Depresión y ansiedad: El estrés crónico está fuertemente vinculado con trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad.

Problemas de memoria y concentración: El estrés puede afectar la función cognitiva, lo que puede llevar a problemas con la memoria, la concentración y otras habilidades cognitivas.

Cambios en el comportamiento: El estrés puede provocar cambios en el comportamiento, como la irritabilidad, la agresión, el aislamiento social o el uso de sustancias como alcohol o drogas como mecanismo de afrontamiento.

Consecuencias sociales:

Relaciones personales: El estrés puede afectar negativamente a las relaciones personales, llevando a conflictos con la pareja, familiares o amigos.

Rendimiento en el trabajo o la escuela: El estrés puede dificultar el rendimiento y la productividad en el trabajo o la escuela, y puede aumentar el riesgo de desempleo o de abandonar la escuela.

Si estás experimentando estrés crónico, es importante buscar ayuda. Hay muchas estrategias efectivas para manejar el estrés, y un profesional te ayudará a encontrar la mejor estrategia para ti.

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